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Llevo meses autoengañándome a mí misma al decir que salgo a andar «casi todos los días«.

Porque la realidad ha sido salir unos días sí, otros no, y tener incluso semanas enteras donde el paseo simplemente se esfumaba…

«Es que tengo que ir a Pilates y me parte el día.» 

«Es que encuentro el hueco pero ya se ha puesto el sol.» 

«Es que tengo lío en el trabajo y ya no me dará tiempo.»

Y lo peor no es la inconsistencia. Lo peor era esa sensación de estar fallándome a mí misma con algo que adoro hacer. Algo que no requiere esfuerzo, que no me cuesta y que disfruto muchísimo.

¿Cómo es posible que no consiga ser constante con algo que me encanta?

Pues porque mi problema no era la motivación. Era algo mucho más «tonto«.

Resulta que algunos días hacía Pilates (otro hábito) por la tarde, y claro, el paseo se caía. Así que pasaban las semanas: algunas salía tres días a caminar, otras dos, luego cinco, luego otras tres…

Toda una montaña rusa de constancia, vamos, algo que para mi mente obsesa del control era agotador 🥴

Hasta que un día pensé: «¿Y si simplemente muevo el Pilates a primera hora de la mañana?»

Ridículamente simple, ¿verdad?

Pues ese ajuste minúsculo lo cambió todo. Ahora, todos los días al terminar mi jornada laboral, tengo disponible una hora para salir con mi marido y nuestro perro.

Y sin revolucionar ni reinventar nada. Solo moviendo las piezas de mi tablero.

Y de eso precisamente quiero hablarte hoy, de cómo esos cambios pequeños y aparentemente insignificantes pueden desbloquear algo con lo que lleves meses peleando.

📌 El truquito de la semana

Esta semana quiero compartir contigo la estrategia que me ayudó a convertir ese «casi» en «todos los días», sin sumarme estrés ni culpa.

La magia de pivotar

Una verdad incómoda: cuando intentamos adquirir un hábito, solemos copiar exactamente lo que hacen los gurús de productividad o la influencer de moda.

  • «Voy a ser del club de las 5 de la mañana.» 
  • «Voy a meditar 20 minutos todos los días.» 
  • «Voy a seguir esa rutina matutina al pie de la letra.»

Y cuando no funciona (porque choca con tu vida, tu energía o tu forma de ser), pensamos que el problema es que nos falta disciplina.

Pero muchas veces, el problema no es que te falte fuerza de voluntad. Es que estás intentando encajar en un hábito que no está diseñado para ti.

La gente que mantiene hábitos a largo plazo no es la que copia rutinas de otros. Es la que prueba, detecta qué no funciona, y ajusta hasta que el hábito se adapta a su vida.

En mi caso, podría haber pensado que «debería poder pasear a cualquier hora como hace otra gente». Pero eso no funcionaba para mí.

Así que en lugar de forzarme, ajusté mi sistema para que el hábito tuviera su hueco natural.

No me adapté yo al hábito. Hice que el hábito se adaptara a mí.

Y esa es la magia de pivotar: no se trata de copiar lo que funciona para otros, sino de experimentar hasta descubrir qué funciona para ti.

Mi reto para ti

Piensa en un hábito que ya tienes pero que no logras mantener de forma consistente.

Pregúntate: «¿Qué pequeño ajuste podría hacer para que este hábito se adapte mejor a MI vida, en lugar de intentar adaptarme yo a él?»

Puede ser:

  • Cambiar la hora en que lo haces
  • Mover otra actividad que te está bloqueando
  • Reducir la duración o intensidad
  • Ajustar el orden de tus rutinas

Elige UN ajuste, pruébalo esta semana y observa qué pasa.

😺 Sabiduría felina

Si hay algo que admiro profundamente de mis gatas es su capacidad para poner límites.

Taka, por ejemplo, puede estar ronroneando mientras le acaricio:

Porque está claro que cada una descansa como quiere 🤭

Hasta que ya no quiere más. Y entonces me lo deja clarísimo. A veces con un movimiento de cola, otras con una mirada furtiva y otras directamente se levanta y se va.

Nosotras, en cambio, seguimos diciendo que sí a todo aunque estemos agotadas. Por miedo de decepcionar o a parecer egoístas.

Pero es que los límites claros no alejan a la gente que nos importa. Al contrario, nos dan más energía para estar más presentes, cuando realmente podemos y queremos.

Si es que ya lo dicen los gatos: poner límites no es egoísmo. Es autocuidado. 

Así que la próxima vez que sientas que «deberías» decir que sí a algo, pregúntate: ¿Lo haría mi gata? 😺

💡 Cita para pensar

Puedes ajustar el rumbo, pero primero tienes que zarpar —Anónimo

Gracias por estar aquí cada semana.

Nos vemos la semana que viene con más reflexiones, truquitos, retos y sabiduría felina.

Un abrazo con calma y alma,

Shirly

Shirly

Asistente virtual especializada en organización de tiempo, energía y productividad. Creadora del método de productividad sin estrés CalmActividad: un enfoque que te permite avanzar sin volverte loca en el intento.

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