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Desde que lancé este proyecto (hace ya 7 meses 🤯) tenía claro que quería crear esta newsletter.

Iban pasando los meses entre refinar la página web, construir mis perfiles en redes, ajustar el minicurso y optimizar mi método CalmActivo.

Y la newsletter seguía ahí, aparcada y acumulando polvo.

Mi cerebro perfeccionista tenía argumentos de sobra para posponerla. Y todos sonaban muy razonables, la verdad:

  • «La lanzaré en octubre, cuando tenga el plan de contenidos bien armado»
  • «Mejor me espero a cuando tenga tiempo cada semana para prepararla»

Pero este septiembre pasado, en una de mis sesiones de mentoría grupal, me di cuenta de que llevaba meses insistiéndoles que «más vale hecho que perfecto» mientras yo seguía esperando el momento perfecto para lanzar mi newsletter.

Así que me obligué a lanzar una versión mínima viable. Sin plan de contenidos para 6 meses. Sin banco de ideas. Sin saber si tendría suficiente inspiración para mantenerla viva más allá de octubre.

Solo con ganas de experimentar y de abrirme en canal con otras almas CalmActivas (como tú 😉) por primera vez.

Te cuento esto porque estoy convencida de que tú también tienes proyectos que llevan meses (o años) en tu lista de «algún día lo haré»:

  • Ese negocio que lanzarás «cuando sepas más del tema».
  • Ese podcast que grabarás cuando «te compres el equipo perfecto».
  • Ese curso que crearás «cuando tengas la estructura bien definida».

Pero el perfeccionismo es traicionero (y esta imagen que vi esta semana lo define a la perfección).

El perfeccionismo se disfraza de «tener estándares altos» cuando en realidad es miedo vestido de exigencia. Y lo peor es que nos paraliza justo antes de dar el primer paso, que es cuando más necesitamos movernos.

Porque sí amiga, el primer borrador de cualquier cosa que hagas no será perfecto. Pero esperar a que lo sea es la mejor forma de no empezar nunca.

Por eso esta semana quiero compartir contigo algo que yo misma sigo aprendiendo (con cierta resistencia, lo confieso): soltar el control no significa bajar tus estándares. Significa darle permiso al proceso para que te enseñe.

📌 El truquito de la semana

¿Sabes qué fue lo que finalmente me hizo lanzar la newsletter?

Dejar de intentar ser la experta que tiene todo bajo control, y aceptar ser una principiante que está descubriendo y aprendiendo sobre la marcha.

La mentalidad shoshin

En Japón existe un concepto precioso llamado Shoshin (mente de principiante). Se trata de abordar las cosas con curiosidad y apertura, como si fuera la primera vez, sin las cargas de «debería hacerlo así» o «tiene que ser perfecto».

Y aquí viene lo interesante: cuando adoptas esta mentalidad, el miedo a equivocarte se transforma en curiosidad por descubrir qué funciona.

En la práctica, esto significa que:

  • En lugar de preguntarte «¿Está esto lo suficientemente bien?», te preguntes: «¿Qué puedo aprender de esto?»
  • En lugar de esperar a tener todas las respuestas, date permiso para descubrirlas por el camino.
  • En lugar de buscar el momento perfecto, crea tu versión 0.1 y mejórala después.

Porque te recuerdo que todas las cosas que admiras empezaron siendo versiones imperfectas que se fueron puliendo con el tiempo.

Mi reto para ti

Elige UN proyecto que llevas posponiendo y pregúntate: «¿Cuál sería mi versión mínima viable?»

No la versión perfecta. No la versión que presentarías en un congreso. Sino la versión más sencilla que te permita empezar YA.

Puede ser:

  • Grabar un audio de 3 minutos en lugar de planificar toda la temporada de un podcast
  • Escribir el esquema básico de tu curso en lugar de diseñar cada módulo a la perfección
  • Lanzar tu newsletter con una estructura simple en lugar de esperar a tener 20 ideas en el banco

Y luego… simplemente empieza.

Porque la mejor forma de aprender es haciendo. Y la mejor forma de mejorar es empezando.

Si te atreves, responde a este email y cuéntame qué proyecto vas a sacar del cajón esta semana. Me encantará saber que no soy la única shoshin en la sala 😉

😺 Lección gatuna

Los gatos son seres elegantes, casi divinos… y dos segundos después te hacen escupir la bebida de la risa al verles estamparse contra una puerta de cristal.

Taka tiene momentos de absoluta belleza y elegancia. Pero también adopta poses «políticamente incorrectas» y es de una torpeza adorable cuando intenta subir a lo más alto del rascador.

Y sabes qué… eso no hace que la quiera menos. Al contrario. La quiero precisamente por eso. Por ser auténtica, con sus momentos torpes y sus fallos incluidos.

Nos enamoramos de los gatos por su autenticidad, no por su perfección.

Y quizás ahí está la clave para emprender con sentido: si queremos conectar de verdad con nuestra audiencia, no necesitamos mostrarnos perfectas.

Necesitamos mostrarnos reales, con nuestros tropiezos y versiones imperfectas incluidas.

Porque la gente no se enamora de la perfección. Se enamora de lo auténtico.

💡 Cita para pensar

You don’t have to be great to start, but you have to start to be great —Zig Ziglar

Nos vemos la semana que viene con más reflexiones, truquitos y sabiduría felina.

Un abrazo con calma y alma,

Shirly

Shirly

Asistente virtual especializada en organización de tiempo, energía y productividad. Creadora del método de productividad sin estrés CalmActividad: un enfoque que te permite avanzar sin volverte loca en el intento.

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