“A veces, lo que más me agota no es la carga de trabajo… es estar tantas horas sentada.”
Trabajo desde casa. Organizo mi agenda. No me estreso.
Pero había días que, aun sin estar a tope, acababa fundida. Como si se me hubiera escapado la energía sin darme cuenta.
Pasaba horas delante del ordenador, en la misma silla, sin moverme. Al final del día me dolía el cuello, me costaba pensar con claridad y lo único que quería era tirarme en el sofá.
Y no era falta de motivación. Era falta de movimiento.
Mi cambio: de mesa fija a oficina en movimiento
No voy a mentirte: yo ya sabía que el movimiento ayuda a tener más energía y claridad mental.
Lo había leído mil veces. Lo había escuchado en charlas, en podcasts, incluso lo había dicho yo misma alguna vez.
Lo sabía.
Pero lo tenía en esa lista mental de “cosas que haré algún día” 🙄
Y durante mucho tiempo mantuve mi escritorio clásico: mesa fija y silla ergonómica.
Pero, poco a poco, empecé a notar que algo no encajaba. Llegaba al final del día más cansada de lo normal, aunque no hubiera hecho nada físico.
Así que decidí hacer un pequeño gran cambio: transformé mi oficina en casa.
Pasé de una mesa fija y una silla (clásico pack de “trabajo serio”) a algo mucho más dinámico: una mesa elevable y una cinta de andar para escritorio.
Ahora voy alternando:
-
Las tareas que requieren precisión, concentración fina o escritura profunda las hago sentada, como siempre.
-
Pero para llamadas, planificación, lectura o revisión de contenidos… ¡camino!
No te imaginas la diferencia.
En lugar de terminar el día con la cabeza embotada, termino con una sensación más parecida a la de haber salido a dar un paseo.
Siento que el movimiento “desatasca” hasta mis ideas.
Estoy más presente, más enfocada… y menos cansada (por no hablar de mi «muy agradecida» columna vertebral).
Y como dicen que una imagen vale más que mil palabras, aquí te dejo el antes y el después de mi espacio de trabajo 👇
Lo que dice la ciencia (y lo que he comprobado)
No hace falta que te convenza yo: hay estudios por todas partes que demuestran que moverse durante el día mejora la concentración, el ánimo y el rendimiento cognitivo.
Aquí van algunos datos sencillos pero potentes:
-
Caminar activa el cerebro. Literal. Suben los niveles de dopamina y serotonina (las que te ayudan a estar más enfocado y de mejor humor).
-
Mejora la memoria y la toma de decisiones. No lo digo yo, lo dice Harvard. Y también la Universidad de Stanford: caminar mejora la memoria y creatividad hasta en un 60%.
-
Disminuye el estrés y la fatiga mental. Aumenta las endorfinas (tu sistema antiestrés natural) y regula el cortisol. O lo que es lo mismo: te ayuda a resetearte sin pantallazos azules.
Y lo más importante: no necesitas hacer deporte.
Basta con levantar el culo de la silla varias veces al día. Y si puedes trabajar de pie o caminando, mucho mejor.
¿Quieres moverte más mientras trabajas? Aquí tienes por dónde empezar
No necesitas una cinta de andar, ni una mesa elevable de última generación para empezar a moverte más durante tu jornada laboral.
Solo necesitas dos cosas:
- Un entorno mínimamente adaptable
- Ideas prácticas que puedas aplicar desde ya
Así que vamos paso a paso, para que puedas elegir la opción que mejor encaje contigo.
1. Incorpora movimiento mientras haces tareas sencillas
Muchas de las tareas que realizamos a lo largo del día no requieren estar sentadas ni estar totalmente concentradas.
Y ahí es donde tienes una primera oportunidad de moverte sin cambiar nada en tu espacio:
Algunas ideas:
- Haz tus llamadas caminando.
Da vueltas por casa, por el pasillo o incluso en círculo en la misma habitación. Lo importante es moverte mientras hablas. No necesitas tener una superoficina para esto. -
Escucha audios o formación mientras andas.
Puedes aprovechar mientras tiendes la ropa, recoges algo o das una vuelta a la manzana. Si no puedes salir, caminar dentro de casa también cuenta.
-
Piensa en movimiento.
¿Tienes que tomar una decisión? ¿Organizar tu semana? Da unos pasos con una libreta o activa la grabadora del móvil y ve hablando contigo misma. El movimiento físico favorece el mental. -
Haz revisiones de contenido caminando.
Relee tus guiones, ideas o borradores dando vueltas. No necesitas precisión, solo atención.
Estas pequeñas acciones pueden suponer 20–30 minutos de movimiento diario… sin haber cambiado nada estructural en tu entorno.
2. Empieza a trabajar de pie (aunque no tengas mesa elevable)
Estar de pie durante ciertas tareas puede ayudarte a activar el cuerpo, abrir la postura y evitar la sensación de letargo que aparece tras varias horas sentada.
💡 ¿Cómo hacerlo sin comprar nada?
-
Apila libros o cajas resistentes para crear una superficie más alta.
-
Usa una cómoda o estantería si tienes alguna que quede a la altura adecuada para escribir o teclear.
-
Alterna entre estar sentada y de pie cada hora. Puedes usar cronómetro o simplemente cambiar de postura cuando acabes una tarea.
Trabajar de pie es ideal para tareas mecánicas como responder correos, revisar listas, leer algo en pantalla o incluso hacer una videollamada informal.
Pero ojo: no intentes estar de pie todo el día. Empieza con 15–20 minutos e incrementa si ves que te sienta bien.
3. Muévete incluso si tienes poco espacio o nada de equipo
Aquí es donde solemos caer en la trampa del “yo no puedo porque…”
Pero en realidad, sí puedes. Solo que quizá necesitas ideas que no impliquen comprar ni reorganizar toda tu casa.
Aquí van algunas ideas realistas para sumar movimiento a tu día a día:
-
Camina por el pasillo o en círculos pequeños mientras piensas o escuchas algo. ¿Es aburrido? Quizás, pero solo hasta que ves lo bien que sienta.
-
Sube y baja una planta de escaleras (aunque sea una vez) entre tareas.
-
Levántate cada 45 minutos. Estírate, da unos pasos, haz respiraciones profundas. Todo eso es moverse.
-
Sal 5 minutos a la calle (si puedes). Una vuelta a la manzana sin móvil es una gran recarga express.
-
Cambia de habitación entre bloques de trabajo. Solo moverte de un espacio a otro ya oxigena cuerpo y cabeza.
-
Apoya el portátil en una repisa o encimera y responde algunos mensajes de pie.
El objetivo no es “andar mucho”. Es no quedarte quieta durante horas sin darte cuenta.
4. Si te planteas una cinta de andar… esto es lo que necesitas saber
Si estás valorando incorporar una cinta para andar mientras trabajas, aquí tienes algunos puntos que te ayudarán a decidir con cabeza y no solo con ilusión.
Lo que deberías tener en cuenta:
-
No necesitas una cinta profesional. Las cintas para escritorio suelen ser más finas, silenciosas y fáciles de guardar. Esta, por ejemplo, es la que uso yo.
-
No se trata de hacer cardio. Lo ideal es andar a ritmo suave (3–4 km/h) mientras haces tareas ligeras.
-
Es para complementar, no para todo. No vas a escribir una estrategia compleja caminando. Pero sí puedes revisar ideas, tener reuniones, escuchar contenidos o grabarte audios.
-
Mejor si puedes combinarla con una mesa elevable. Esta, por ejemplo, es la que uso yo. Pero también puedes apañártelas con una tabla o soporte improvisado al principio.
-
Ojo con las distracciones. Si vas a mirar mucho la pantalla, asegúrate de que la postura es cómoda y la superficie estable.
Personalmente, yo alterno: caminar para tareas más abiertas, trabajar sentada para tareas de foco fino, y lo combino con ratos de pie para revisar y ordenar.
Conclusión: tu cuerpo también trabaja (y también necesita que lo escuches)
Pasamos horas organizando tareas, afinando herramientas, buscando el método ideal para concentrarnos más y rendir mejor.
Pero a veces, el primer desbloqueo no está en la app correcta, ni en el nuevo sistema de planificación.
Está en mover el cuerpo.
En salir de la silla.
En recordarle al cerebro que no estamos hechas para estar quietas todo el día.
No hace falta convertir tu casa en un gimnasio ni ser más “productiva”.
Solo hace falta volver al cuerpo como aliado.
Así que cuéntame: ¿Qué podrías hacer hoy —solo hoy— para moverte un poco más y pensar un poco mejor?
Te leo en comentarios 🙂
Buenas, Shirly!
Necesitaba este artículo. Últimamente, intento levantarme más de la silla y algunas tareas las hago de pie, pero me he dado cuenta de que algunas acciones las estaba desechando como «pensar en movimiento» o «hacer revisiones de contenido». Voy a probar con esto.
En un futuro, lo más seguro es que me compre una mesa elevable. Merece la pena invertir en ello.
Gracias 🙂
¡Hola Alicia!
Un placer saludarte y saber que este artículo te ha hecho pensar 😃
«Pensar en movimiento» es uno de mis ejercicios favoritos, sobre todo cuando estoy bloqueada. De hecho, a mí me funciona mejor que el de «consultarlo con la almohada».
Si finalmente te animas con la mesa elevable, ¡cuéntame qué tal te va!
Un fuerte abrazo.